“ No estás. No se ve tu rostro. Estás. Tus rayos se disparan en mil direcciones. Eres la presencia escondida”
Si querido Miguel; estas frases son muy adecuadas para ti porque tu presencia está tan viva en mi que, por momentos, me invade la tristeza.
Pero sólo por momentos porque a pesar de permanecer constantemente en mis pensamientos, no tengo más que recuerdos hermosos de lo vivido a tu lado. Ya sea en los pequeños Retiros, en las bonitas convivencias o cuando compartíamos mesa y mantel.
A pesar de tu juventud lo preparabas todo con el cariño de un padre que reúne a sus hijos para compartir con ellos, no la palabrería retórica, sino la enseñanza del amor fraterno a través de la vivencia. Fuiste el ejemplo de entrega enseñándome a ser generoso, a dar sin calcular, a devolver bien por mal, a servir sin esperar recompensa, a acercarme al que nada puede retribuirme, a amar siempre gratuitamente, a trabajar sin preocuparme del reposo.
En fin; me enseñaste con tu actitud, como se debe amar. Decías querido Miguel la frase de un colega tuyo, que mientras vives llevas contigo lo que has conseguido y cuando mueres, llevas los que has dado.
Igualmente me enseñaste que el Reino de Dios no consiste en palabras sino en virtudes y, finalmente me demostraste que amar consiste en renunciar a uno mismo y, ser amable para oír y bondadoso para juzgar.
Tremendo equipaje el tuyo amigo, estoy seguro que en la puerta del cielo se alegrarán con la presencia de un hombre que comprendió que el amor se recibe gratuitamente y que hay que darlo de igual manera.
Tú lo llevaste hasta el extremo y nos duele tu ausencia física, pero estoy seguro que nunca has sentido tantos abrazos de sincero amor, como desde que te has ido.
Estás más vivo que nunca, en mí.
Gracias por dejarme ser tu amigo.
Si querido Miguel; estas frases son muy adecuadas para ti porque tu presencia está tan viva en mi que, por momentos, me invade la tristeza.
Pero sólo por momentos porque a pesar de permanecer constantemente en mis pensamientos, no tengo más que recuerdos hermosos de lo vivido a tu lado. Ya sea en los pequeños Retiros, en las bonitas convivencias o cuando compartíamos mesa y mantel.
A pesar de tu juventud lo preparabas todo con el cariño de un padre que reúne a sus hijos para compartir con ellos, no la palabrería retórica, sino la enseñanza del amor fraterno a través de la vivencia. Fuiste el ejemplo de entrega enseñándome a ser generoso, a dar sin calcular, a devolver bien por mal, a servir sin esperar recompensa, a acercarme al que nada puede retribuirme, a amar siempre gratuitamente, a trabajar sin preocuparme del reposo.
En fin; me enseñaste con tu actitud, como se debe amar. Decías querido Miguel la frase de un colega tuyo, que mientras vives llevas contigo lo que has conseguido y cuando mueres, llevas los que has dado.
Igualmente me enseñaste que el Reino de Dios no consiste en palabras sino en virtudes y, finalmente me demostraste que amar consiste en renunciar a uno mismo y, ser amable para oír y bondadoso para juzgar.
Tremendo equipaje el tuyo amigo, estoy seguro que en la puerta del cielo se alegrarán con la presencia de un hombre que comprendió que el amor se recibe gratuitamente y que hay que darlo de igual manera.
Tú lo llevaste hasta el extremo y nos duele tu ausencia física, pero estoy seguro que nunca has sentido tantos abrazos de sincero amor, como desde que te has ido.
Estás más vivo que nunca, en mí.
Gracias por dejarme ser tu amigo.