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Queda también esta pequeña y hermosa reflexión que nos hizo llegar un colaborador parroquial: Jesús Peón. Vale la pena leerla con atención. Seguro que nos ayudará a ver "de otra manera"
¿Qué le dirás, Dos mío cuando llegue a tu presencia y se encuentre frente a Ti?
Le dirás: ánimo hijo, te has portado bien.
Él se quedará mudo,
porque llevaba preparada una explicación.
Tú le tomarás de la mano
y le enseñarás tu casa con todo detalle.
Casi no te atreverás a decir palabra.
Solamente, como de pasada, le dirás:
“ya teníamos ganas de verte aquí, con nosotros”
Él te mirará al rostro asombrado y verá que te brillan los ojos
y que luchas para que no te caiga ninguna lágrima de ternura.
Y sus explicaciones e historias se le irán todas de la cabeza.
Y sus fallos quedarán sepultados
para siempre en el baúl vacío de los recuerdos muertos.
Y empezará a creer que eres gratuito como la lluvia y el sol.
Empezará a entender, por fin, la parábola del hijo pródigo.
Y se le quedará clavada en el corazón
una palabra eterna que la estás diciendo desde ahora,
aunque él no la oiga todavía: HIJO
Y sentirá por primera vez una alegría no pasajera.